
Operación puesta en marcha cada medio día. Como en casa de tanos aquellos de la familia unida, cada medio día se hace el llamado más importante del día, el llamado a la rosticería amiga.
Es regla que quienes cobran sueldos superiores lloren y mendiguen no tener un mango. Nosotros, viles plebeyos, nos damos el gusto de los grandes banquetes. El almuerzo en nuestra oficina es todo un protocolo. En el almuerzo se discute de política, de dengue, de gripes de estación, de pandemias, de autos, de sexo, de laburos, de profesionales y bizarros, y como no podía faltar… si, también hablamos de tinelli.
Soy yo quien generalmente se ocupa del gran llamado. Primero, pregunto si van a almorzar y acto seguido pregunto qué o sugiero platos desinteresadamente. Y no, no tengo cometa del roticero eh!
Ahora siempre está él… siempre está esperando que alguien le calcule mal, que alguien pronuncie su frase amada “che, alguien quiere terminar esto, yo no doy más”. Él, sin vergüenza alguna, sin rubores, descarado, se abalanza tan obviamente que ya es el show del final del almuerzo.
Hay quienes comen sus porciones prolijamente. Hay quienes la comparten. Y hay a quienes les sobra. Para estos ultimos siempre está la pandilla “anti operación rapiña” quienes a cualquier precio se ocupan de terminar el plato en cuestión.
En el 99% de los casos, cuando se emprende la operación rapiña, siempre se contempla la bebida. La coca cola fría, infaltable. Cualquiera puede ser victima del hurto de su vaso lleno, siempre. Cualquiera puede darse vuelta y encontrarse con la aureola que deja en la mesa un vaso transpirado de coca cola fría.
La operación rapiña puede ser llevada a cabo por cualquier persona independientemente de su puesto jerárquico o brecha etarea.
y vos, conoces un experto en “operación rapiña” en tu oficina?
Próximamente, operación consejo.